Cayó pero quedó de pie. Estudiantes dio una muestra de jerarquía, garra, amor propio y sobre todo, inteligencia. Con experiencia y chapa, fue superior pero se quedó sin nada, al menos sin Copa, pero con la convicción de haber dejado todo y haber estado a la altura de las circunstancias.Es cierto que no tuvo peso ofensivo, pero tampoco el rival y eso le jugó a favor y salió todo tal cual estaba planeado.En el primer tiempo, salió a plantearlo arriba en campo rival, pero el Inter combinó muy bien velocidad y precisión y así consiguió la posesión y ataque por sorpresa por todo el frente de ataque.Astrada planteó el juego con los laterales en el medio para atacar por los costados, sobre todo porque el local no los tiene y juega con centrales por las bandas, pero jamás se pudieron imponer.Por eso, ya a los 20 era todo de los brasileros, con el Pincha arrinconado y D’Alessandro agrandado. Le salían todas por lo que el técnico del León tuvo que retrasar a Iberbia para contenerlo, aunque aún así no llegaban a situaciones claras de mano a mano contra Andujar o los defensores y eso a Estudiantes le venía bien porque estiraba el empate, enfriaba el trámite y apostaba a alguna pelota parada.De todas maneras, jamás logró generar peligro y el arquero Lauro era un mero espectador.De forma similar arrancó el segundo tiempo. Estudiantes salió a morder y a buscar el gol, pero faltaban ideas y Verón, Benítez, Fernández jamás pudieron generar fútbol. Sumado a ello, los líneas jugaban para el local porque anularon un gol e inventaron un offside que dejaba a Boselli sólo contra el arco contrario.Pero promediando la etapa, con actitud y empuje por las bandas, el León empezó a rugir, a dominar y a desnudar falquezas defensivas en el equipo de Tite, que a su vez se desesperaba. Se estaba dando lo que Astrada había planeado y así llegó el gol y con eso, el sueño y la esperanza.Totalmente desdibujado estaba el local, que empezaba a pegar y pedirle todo a Larrionda. El Pincha agrandado apostaba por la izquierda donde estaba el ingresado Enzo Pérez, que bien fresco preocupaba a montones.La experiencia de Estudiantes pesaba, se hacía sentir y además corrían como desde el primer minuto. Había dicho el profe Macaya que sería un partido psicofísico, que había que estar metidos los 90 minutos y estaban cumpliendo con el librito.A pura garra, el tiempo regular se fue con el trámite en campo de Inter. El equipo platense pudo haberlo liquidado pero le faltó definición.Verón no podía más, el pie le jugaba otra vez una mala pasada y aguantaba a puro orgullo. Se quedaba en cancha para manejar lo extrafutbolístico. Es decir, conversar con el árbitro, desacelerar al rival y ordenar a sus compañeros.Hasta que no dio más y tuvo que salir, pero el resto también estaba exhausto y sacaban fuerzas vaya a saber uno de dónde. Había hecho muy bien los deberes el equipo y a esa instancia ya merecía levantar la Copa pero al árbitro y a los líneas los tenía en contra. Es fútbol señores, y sin merecerlo, Inter llegó de pelota parada – dudosa - y tras una serie de rebotes, igualó, definió la serie y alzó la Copa.Estudiantes perdió como un León, y tanto plantel como hinchas y dirigentes deben estar orgullosos por haber llegado a ésta instancia, y por la forma en que se perdió. Porque dejaron todo, porque rindieron los jugadores y porque el técnico y preparador físico acertaron.Será momento de reflexión, pero a la hora del recuento, la balanza se inclinará para el lado
fuente:cielosports
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