
Nadie se quiso perder el clásico 144 y en forma prolija, cada agrupación, pedazo de barrio y familia pincha, colgaron sus banderas que rezaban: San Roque, 3 y 69, Cuantas cábalas hicimos juntos, Irigoiti, Villa Castells, Gonnet, City Bell, Parque Saavedra, Bernal. Otras en la cabecera decían, Cantilo y 29, la banda del Pincha, entre otros.
Cuando el equipo saltó a la cancha, todo fue rojo y blanco. Lluvia de papelitos, globos, largas cintas de que caían desde lo alto del estadio y las bengalas rojas y blancas le otorgaban un clásico colorido. Como así también, una bandera gigante que descendió de la cabecera local, para cubrir a toda la hinchada pincha. El gol de Alayes le rompió la garganta a más de un plateísta. Y los tantos de Caldera y Mauro, enronquecieron por completo a los miles de simpatizantes albirrojos cuando, los delanteros liquidaron el pleito.
A la hora de las cargadas, el común denominador fue recordarle a Gimnasia el mal momento que atraviesa, con cantos que decían: "de la mano del Topo se van a la B", claro que después con el resultado consumado los pinchas coreaban: "El Topo no se va, el Topo no se va" o "te vas a la B, te vas a la B, te vas a la B, basurero, te vas a la B".
Una situación inusual se dio cuando el cuarto arbitro levantó el cartel para anunciar el tiempo extra. Maglio indicó 7 minutos. E inmediatamente todo los plateístas pinchas le recordaron con sus dedos aquel 7-0.
El aliento se trasladó hasta el propio vestuario donde los jugadores recibieron el cariño final de sus hinchas al canto de, "que nacieron hijos nuestros, hijos nuestros moriraaan".

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